El agua es un recurso vital lo que en términos claros implica la salud y consecuentemente la vida; esa línea causa-efecto, invita al análisis de las circunstancias actuales pues una de las repercusiones del fenómeno El Niño es el racionamiento o restricción en su uso.

El tema se hace necesario ante la perspectiva del significado de racionamiento o restricción en el consumo, y las implicaciones de malentender o malinterpretar esa necesidad de ahorro.

De una parte, la hidratación diaria es fundamental para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, pulmones, sistema digestivo, renal, inmune. Para un adulto sano una deshidratación del 2,8% del peso corporal por exposición al calor, o tras un ejercicio fuerte, conlleva una disminución de la concentración, del rendimiento físico, de la memoria a corto plazo, un aumento del cansancio, cefaleas, así como reducción del tiempo de respuesta. Así lo explica el Instituto de Investigación Agua y Salud de España, que recuerda que en la medida que la deshidratación aumenta, también el esfuerzo cardiovascular.

Paralelamente se encuentran los hábitos cotidianos como lavarse las manos, los dientes y bañarse; catalogados como esenciales para prevenir enfermedades, vivir con buena salud y mantener una mejor calidad de vida. También implica usar ropa limpia para lo cual se necesita agua; así mismo, lavar los alimentos, limpiar las áreas del hogar y el trabajo. Esto es esencial tanto para proteger nuestra salud como la de quienes nos rodean; es la importancia de la higiene personal y del medio ambiente.

El pie de atleta, Gingivitis y caries dental; Infecciones genitales, pediculosis; hongos; diarreas, son algunas de las enfermedades comunes por el desaseo, además de los desagradables olores que conllevan y que son excluyentes en las relaciones sociales. Este panorama es apenas de orden menor pues el asunto del desaseo puede ser originador de situaciones más complejas y críticas de enfermedades como cólera, fiebre tifoidea y hepatitis; transmisibles en especial por el desaseo que existe en algunos comedores públicos.

Como aporte social de nuestro pensamiento inmobiliario, encontramos necesaria esta reflexión, ya que, en los recientes años con ocasión del calentamiento global; el fenómeno El Niño; y la constante reducción de embalses, cuencas y afluentes; se han originado múltiples titulares de prensa, artículos, y notas en los medios audiovisuales que tienden a preponderar la crítica necesidad de ahorrar el consumo de agua sin enfatizar su importancia en la relación agua-salud-vida.

Igual ocurre con la actitud de las autoridades y la forma como se legisla en respuesta a esta necesidad; cuando se anuncian normas que encarecen el costo por consumo del líquido vital sancionando su mal uso; pero al tiempo no se realizan campañas masivas formativas en torno a la responsabilidad de preservar la vida a través del uso responsable y cuidadoso del agua.

La delgada línea entre la información y la desinformación hace especialmente necesario que este tema sea revisado entre quienes tienen la responsabilidad de conducir la sociedad para que no haya lugar a dudas respecto del mal uso del agua versus el uso elemental para garantizar salud y calidad de vida.

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