Dos noticias recientes constituyen gran atractivo para la inversión inmobiliaria; de una parte, el incremento en la demanda de vivienda estudiantil en Bogotá especialmente, pero con equivalencia en las principales ciudades del país. Este renglón del negocio inmobiliario se sustenta en una realidad confirmada por las estadísticas de las entidades más importantes del sector: entre el 30 y el 35 por ciento de la población estudiantil de Bogotá viene de fuera de la ciudad y la mayoría necesita resolver su estancia.

De acuerdo con la publicación del periódico El Tiempo, “hasta ahora ha sido un mercado informal de personas que compran apartamentos cerca de universidades y los ofrecen a estudiantes. También son hogares familiares con oferta de cuartos. Pero ahora está floreciendo el negocio de residencias estudiantiles construidas por inmobiliarias o grupos económicos que no venden las habitaciones si no que, por el contrario, se quedan con ellas para arrendarlas y operarlas como si se tratara de hoteles.”

El negocio no se limita únicamente al inmueble en sí; también incluye la amplia gama de elementos que componen la dotación o enseres domésticos pues son estructuras para la vida universitaria y la integración en zonas comunes, aulas para estudiar, gimnasios, salas de televisión, salón de juegos de mesa y zona de comedor pensados para que todos puedan encontrarse, lo que hace extensivo el criterio de inversión a otros sectores conexos al inmobiliario.

Un promedio de 100.000 jóvenes llega a estudiar a Bogotá de otros municipios del país, pero una cifra que atrae, es que la afluencia de extranjeros que se inscriben en programas académicos en la capital crece el 200 por ciento anual. Empresas importantes del orden nacional ya se han puesto a la vanguardia de este creciente negocio que trae aires frescos a la carta de inversiones.

Es una demanda que abarca todos los presupuestos pues el programa de becas del Ministerio de Educación, Ser Pilo Paga, para jóvenes de pequeños municipios, permite que lleguen a las ciudades estudiantes sin recursos suficientes para vivir cerca de las universidades, aunque reciben un auxilio de vivienda que está alrededor de los 400.000 pesos.
Un dato curioso es que no se tienen datos de cuántos de estos proyectos se están haciendo ya que no se tiene clasificada este tipo de construcciones que quedan registradas como residencias multifamiliares.

El escenario contrasta con el momento que vive el país por cuenta de la cotización del dólar que ofrece un caldo de cultivo propicio para la inversión de colombianos en el exterior al confirmarse que las familias lograron $ 3,5 billones más en giros por dólar caro recibiendo el año pasado $ 12,7 billones. El ingreso de esos dineros al país el año pasado, cerca de 4.639 millones de dólares, ha sido el más alto observado desde el 2008, cuando estos alcanzaron los 4.785 millones de dólares, según reporte del Banco de la República.

Si bien este mayor ingreso de recursos a las finanzas domésticas por las remesas llega justo en momentos en que la economía del país se está desacelerando y generando pesimismo en algunos analistas del mercado que estiman que su crecimiento en 2016 será menor al 2,8 por ciento; este panorama presenta una oportunidad de inversión para quienes a ultranza y sin menoscabo de las circunstancias favorables/desfavorables, ponen en práctica el adagio popular: “Mientras unos lloran otros venden pañuelos”.

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